jueves, 28 de febrero de 2013

Decepciones necesarias

Muchas veces esperamos cosas que sabemos que no van a suceder, pero igualmente mantenemos viva la esperanza de que, pese a todo, eso que anhelamos realmente va a pasar. Desafortunadamente, son muy pocas las veces en las cuales esta situación termina en buen puerto. Y esto desemboca en sentimientos o emociones desencontradas que nuestra mente intenta ocultar de nuestra consciencia. A pesar de los esfuerzos de nuestro estresado cerebro, la decepción se hace notar en la superficie y en algunos casos, puede no ser pasajera. Ahora mi pregunta es esta: ¿Por qué siempre dejamos que la esperanza nos domine si sabemos que lo que nos espera no es más que un disgusto? Y creo que la respuesta está en la naturaleza innata de cada uno de nosotros. Porque el hombre es un ser frágil y necesita de la esperanza para poder vivir, la esperanza de poder sobrevivir a un accidente de auto, a un desastre natural o incluso a un corazón roto. Entonces, creo que el dicho  "La esperanza es lo último que se pierde" es acertado, ya que es en esencia nuestra energía vital e iría en contra de nuestra naturaleza dejar de utilizarla. Por eso, la mejor opción es dejarla hacer lo suyo, que nos impulse a sentir, amar, tomar riegos y sobre todo a vivir. Y es que a veces son necesarias ciertas consecuencias no muy felices, porque al final, aunque duelan, ellas son las que moldean el carácter y nos hacen más fuertes. Podríamos decir que son decepciones necesarias, que no son eternas ni mucho menos poderosas. Solo hay que levantarse y seguir caminando, a la espera de algo grandioso al otro lado de la colina. 

La esperanza está en todos nosotros y es más fuerte que cualquier otra cosa, sin ella perderíamos definitivamente nuestro camino y es una empresa sumamente difícil volver a él.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Comenzando a caminar


Así como en todas las cosas, todo tiene un comienzo, una patada inicial. Y qué mejor ilustración que la de un camino, a riesgo de sonar cliché si se permite. Éste particular camino se va haciendo a medida que se avanza por él y depende de cada uno la velocidad a la que se lo hace. Pero este camino no es igual al resto. Es único y singular, ya que no tiene final, por lo menos que sea conocido por ninguno de nosotros. El destino es incierto desde que comenzamos a caminar y no se hace claro en ningún momento. Puede ser que veamos sombras o reflejos en el horizonte pero eso no significa que sean el final o lo que nos aguarda más adelante. Incluso puede ser que ni siquiera sean reales y que sean solo una consecuencia del largo viaje que llevamos. Por ello, siempre hay que seguir caminando, aunque las cosas parezcan difíciles en la distancia.

Muchas veces vamos a poder encontrarnos con otras personas construyendo su propio camino cerca del nuestro y podremos elegir si continuar juntos o separarnos. Esta elección es muy importante ya que dos caminos bien hechos son más fuertes que uno solo, debido a que si uno encuentra baches el otro puede ayudar a sortearlos. Pero si un camino es débil, es muy probable que el otro se debilite también. También, a lo largo del trayecto, podemos encontrarnos no solo con obstáculos y precipicios sino que con otros caminos que quieran transitar por el mismo lugar que nosotros o que quieran pasar por delante nuestro, bloqueándonos el paso. Afortunadamente, existen puentes y túneles que nos pueden ayudar a sortearlos.


A los lados del camino, hay lugares tanto hermosos y llenos de color como lúgubres y opacos, dolidos. Solo hay que saber buscar y observar, para que nuestro viaje sea lo más placentero posible. En mi caso, los lugares que quiero transitar son aquellos en dónde predominan el uso de las palabras, los microfilmes  las cintas de vinilo, la pluma y el papel y la esencia a óleo fresco. Términos mundanamente conocidos como literatura y el arte. 


En este día, yo inicio mi camino. No sé a dónde me va a llevar o por qué lugares va a ir. Pero sé algo que voy a hacer y eso es... seguir caminando.