sábado, 24 de agosto de 2013

El confuso arte de interpretar

Muchas veces nos encontramos en situaciones no deseadas, momentos incómodos de los cuales es imposible salir fácilmente. Y entre incontables razones y causas que podamos encontrar para estos, la que resalta con más fuerza es nuestra inevitable y, a menudo molesta, manía de interpretar signos que en verdad no tienen ninguna conexión entre lo que en realidad significan y el sentido que les otorgamos. Como seres humanos, tratamos de buscar explicaciones ocultas, conspiraciones monumentales e incluso pasiones escondidas donde, de hecho, no hay nada. Cada palabra, cada sonido, cada silencio, todo en su conjunto contribuye a formar estos significados "made in mind", estos indicios fluctuantes que pueden llevarnos a comportamientos inimaginables desde un punto de vista lógico, o siquiera del sentido común. ¿Quién nunca imaginó toda una vida con un chico o una chica hermosa porque simplemente nos habló? ¿O pudo alguien resistirse a hacer algo estúpido solo porque pensamos que ese otro nos dio una señal? Y es que al dejarnos llevar por estos impulsos dejamos de ver la realidad como en verdad es, dejamos de razonar... Pero creo que en esto es en lo que se basa la mente humana, en recibir signos autónomos y relacionarlos con otros de una manera totalmente alocada, o en última instancia relacionarlos con signos inexistentes fabricados por nuestro cerebro, para formar significados complejos y "plenos de lógica". Y para luego, obviamente, actuar en consecuencia. Hay, sin embargo, una nota alegre: No todas las veces que nuestra habilidad para interpretar nos juega malas pasadas. Así es como tantos brillantes personajes e ideas surgieron a la luz durante toda la historia de la humanidad... Porque, si Newton no hubiera imaginado signos dónde no los había, no hubiera podido relacionar la caída de una manzana con la genial teoría de la gravedad. Y si August Rush no hubiera visto los colores de una música invisible filtrándose en el aire, hoy no podríamos disfrutar de sus maravillosas piezas. Entonces, creo que este arte que tenemos los seres humanos de interpretar signos no es tan malo después de todo. Pues, contiene esta habilidad tanto una cara creativa, con la cual podemos resolver problemas y responder preguntas ancestrales, y otra que es destructiva, capaz de llevarnos a la locura y a cuestionarnos nuestras acciones. Nunca sabemos con cuál nos hemos de encontrar pero, como en todos los aspectos de nuestra vida, tenemos que luchar: luchar por poder superar estos signos destructivos, por hacer realidad las conexiones que hace nuestra mente y por sobre todo, luchar por la felicidad. Quizás duela a veces, quizá nos desilusionemos cuando lleguemos a entender que lo que en realidad vimos fueron puntos interconexos que no llevaban a nada, pero ese es el precio por nuestra tan confusa habilidad. No puedo dar fórmulas mágicas para comprender este difícil sistema de representaciones mentales, pero puedo afirmar una cosa: Cualquier situación tiene solución, lo único necesario para encontrarla es recurrir al antiguo arte de interpretar signos.